Tuesday, July 25, 2006

Prólogo para el cancionero



Prólogo
Por Juan Pablo Vilches

Los poemas que están en este libro fueron en su mayoría creados para el canto, es decir, son canciones. Varias de ellas pude escucharlas en las situaciones más diversas: tocatas en centros culturales y pubs, ensayos caseros o simplemente un día cualquiera, en su casa o en la mía, en que a Michel se le ocurría tomar la guitarra y mostrarme lo que acababa de componer. Esto ocurría más o menos seguido porque Michel compone mucho. Lo que ustedes verán en este libro es apenas una parte de los cuadernos llenos de canciones que compulsivamente salen de sus manos y de su cabeza, y la explicación de esto es muy sencilla: Michel es músico y se expresa con música, todo lo que le pasa y que le ha pasado en los últimos años ha sido traducido a la música, se ha convertido en sonido y en poema, por lo que –para quienes lo conocemos personalmente– este libro no sólo es un libro de poemas o un cancionero sino también, y principalmente, un espejo de la vida de un hombre joven que ha llegado a la adultez. Un espejo en que cada canción se puede corresponder con un hecho reconocible y relevante de los últimos años de la vida de Michel Garrido Kohl, los que podrían ser caracterizados en el rango que va entre lo agitado hasta lo derechamente tormentoso.
Tal vez se den cuenta de esto cuando lean sus poemas pero no está de más decirlo ahora: Michel vive en el mundo con una intensidad inusual y muy superior a la del promedio. A Garrido Kohl le daña el ruido de las micros de Santiago porque tiene un oído demasiado sensible y esta simple razón explica que sea un tan buen productor de discos y también que finalmente se haya ido de Santiago de Chile. Llevada a un plano más general, la intensidad con que Michel vive es la que respira detrás de cada una de sus canciones, en las que se libra una batalla entre la fragilidad que conlleva el sentir demasiado y el deber de responder con fuerza, no de quejarse sino de exigir más, más luz como el agonizante Goethe, más justicia, más coherencia, más decencia. La incomodidad con la realidad que se nota en las primeras canciones no es sólo un producto del desajuste por el que pasan todos los adolescentes; detrás del uso sintético de palabras sobrecargadas de sentido no sólo está la autoconciencia de quien se sabe talentoso, también está la urgencia por decir con claridad una constelación de razones en cuyo centro estaba y aún está la convicción de que como seres humanos merecemos más.
Conocí a Michel exactamente en la canción Lealtad. En aquel entonces ya había disuelto Necrodead (banda que tuvo fama y reconocimiento en la activa escena del metal nacional) y fundado Bachelor. Había abrazado la raíz folklórica como complemento de su alma mater metalera, una decisión que en esos días justificó con la necesidad de distanciarse de una escena a la que él quería pero que estaba siendo carcomida por el facilismo y la trivialización. Era un tipo de trato difícil, con explosiones de impaciencia y que exigía siempre responsabilidad y eficiencia, en respuesta a la flojera y la indisciplina de las que estaba escapando. No pasaba por un buen momento, todavía sentía el golpe de una dura decepción amorosa (“He sido siempre un torpe, casi nunca traidor”, Lealtad), había problemas en su casa y se estaba cambiando de carrera. De esa época son canciones bastante oscuras como Teatro Odeón y Letra Muerta, o derechamente cínicas como La Verdad; unas más que otras concilian sus preocupaciones por los problemas públicos con sus malestares privados, pero en todas persiste la síntesis, la convicción de que menos es más, de que pocas palabras pueden decir mucho si se les pone en el orden correcto. Lo que cambió fue el lenguaje, porque si sus canciones con Necrodead usaban palabras directamente asociadas con sentimientos como frustración y tristeza, las creaciones de Bachelor seguían un camino parecido pero con una presencia cada vez mayor de los elementos y de la naturaleza. El uso de figuras como ríos, sol, valles, montañas y desiertos, es síntoma de un cambio de mirada pero no de convicciones, de una nueva forma de defender los mismos valores que se infiltró en su manera de pensar y que ha estado detrás de decisiones importantes como irse a vivir a Chiloé.
La otra línea creativa que es recurrente en este poemario, cancionero o autobiografía en verso, es la de su relación con el sexo femenino. Más allá del lugar común sobre la atracción que las mujeres sienten por los músicos, lo que pasa con Michel es que ha despertado en muchas mujeres la necesidad de amarlo. Y esto está dicho en sentido amplio y no sólo romántico, pues en la vida de Michel hay muchas mujeres que sin mediar deberes de ningún tipo han decidido ayudarlo, acogerlo y alimentarlo. La intensidad con que vive Garrido Kohl es evidente y por ende atractiva para muchas personas, muchas de ellas son mujeres que también tienen esa intensidad o desearían tenerla y muchas de ellas han acompañado a Michel sabiendo que el tiempo que compartirán con él no había de durar mucho. Salvo una que otra excepción creada después de una ruptura (La Pica), las canciones dedicadas a los seres del verdadero sexo fuerte trasuntan gratitud y amistad, la gratitud de quien periódicamente se reconcilia con la vida gracias al compartir con mujeres, incluso con aquellas en que hubo distanciamientos traumáticos y aparentemente irreconciliables. Las mujeres son importantes en la vida de Michel Garrido Kohl y las más importantes de ellas están presentes en este libro, desde su madre en la dedicatoria hasta su hija Mila en la última canción. De la importancia que él ha tenido en la vida de todas ellas Michel no dice nada, porque no corresponde y porque no le gusta hablar de lo que no sabe.
A Michel no le importa ser famoso y tampoco le importa el no serlo. A mí tampoco me importa que tenga fama pero sí me gustaría que obtuviera reconocimiento, de sus pares y del público que entiende el rol social de la música y el arte como lo entiende él. Creo que es justo que Pedro Aznar, Café Tacuba y Álvaro Henríquez –por citar a algunos artistas que de una u otra manera tratan de hacer buena música latinoamericana en el siglo XXI– sepan quién es Michel Garrido Kohl y qué tipo de música hace, cómo integra lo que aprendió de la tradición clásico-romántica y del folklore chileno en el Pedagógico, con el Thrash Metal, el tango y la música contemporánea. En un país con un mercado musical más grande Michel podría vivir perfectamente de la música y generar la notoriedad necesaria para que sus pares sepan de él y lo respeten; pero estamos en Chile y Michel no se queja. Nunca se queja. Sigue trabajando y componiendo porque no puede dejar de hacerlo, porque parece que no puede vivir la vida sin revivirla por segunda vez cuando la compone en canción y sin revivirla por tercera vez cuando la canta con o sin público. A Michel no le interesa ser famoso, le interesa más ser un mejor artista y la progresión de canciones que a continuación van a leer dan cuenta de que lo está logrando. Porque Garrido Kohl no se debe a “su público” –es decir al mercado– sino a sí mismo, es que sus canciones han crecido con él mientras que él ha crecido con los demás. Ojalá entonces que la canción dedicada a su pequeña Mila no sólo sea el cierre de una etapa, sino la bisagra para una nueva historia allá en Castro, junto con la Caco y su hija, una historia que traerá más cambios y nuevas palabras y, seguramente, canciones aún mejores. Que así sea.
[Finalmente me gustaría precisar algo. Al comienzo de este prólogo expresé que casi todo lo que pasa o ha pasado por la vida de Michel está en sus canciones, pues bien, eso es inexacto. Se darán cuenta de que el humor está prácticamente ausente de las canciones de Garrido Kohl y puede que no les llame la atención, pero para quienes lo conocemos personalmente es muy llamativo, pues sabemos que Michel es un sujeto sumamente divertido, hilarante y con una capacidad infinita de vivir y narrar disparates (como el que se alude oblicuamente en Curicó). Varias de las mejores carcajadas de mi vida se las debo a Michel y por eso mismo lo increpo, por negarse a usar esa faceta de su personalidad a la hora de expandir su arte. Una vez conversaba con Juan Aro, la otra mitad de Bachelor y gran compañero de Michel en muchas de sus andanzas, y él me exponía sin dobleces su desdén y su sospecha por la comicidad en el arte. Al igual que Michel, Juan también es muy divertido, pero a la hora de tomar un instrumento o de escribir en la partitura, prefiere amputarse esa parte de sí mismo, fruncir el ceño y tocar en serio. Están cortados por la misma tijera, una tijera válida pero a mi modo de ver, equivocada. No es que esa opción por excluir el humor perjudique lo que hacen, sino que les impide hacer más; no es que sean unos amargados, sino que la música que hacen no refleja completamente lo completos que son. Sólo estamos sugiriendo apertura y equilibrio, que se condigan con el virtuoso proceso que el músico Michel Garrido Kohl ha experimentado en los últimos años y que desde 1998 me ha tocado ver de cerca. De más está decir que doy gracias por ello.]
Juan Pablo Vilches P.
Los poemas que están en este libro fueron en su mayoría creados para el canto, es decir, son canciones. Varias de ellas pude escucharlas en las situaciones más diversas: tocatas en centros culturales y pubs, ensayos caseros o simplemente un día cualquiera, en su casa o en la mía, en que a Michel se le ocurría tomar la guitarra y mostrarme lo que acababa de componer. Esto ocurría más o menos seguido porque Michel compone mucho. Lo que ustedes verán en este libro es apenas una parte de los cuadernos llenos de canciones que compulsivamente salen de sus manos y de su cabeza, y la explicación de esto es muy sencilla: Michel es músico y se expresa con música, todo lo que le pasa y que le ha pasado en los últimos años ha sido traducido a la música, se ha convertido en sonido y en poema, por lo que –para quienes lo conocemos personalmente– este libro no sólo es un libro de poemas o un cancionero sino también, y principalmente, un espejo de la vida de un hombre joven que ha llegado a la adultez. Un espejo en que cada canción se puede corresponder con un hecho reconocible y relevante de los últimos años de la vida de Michel Garrido Kohl, los que podrían ser caracterizados en el rango que va entre lo agitado hasta lo derechamente tormentoso.
Tal vez se den cuenta de esto cuando lean sus poemas pero no está de más decirlo ahora: Michel vive en el mundo con una intensidad inusual y muy superior a la del promedio. A Garrido Kohl le daña el ruido de las micros de Santiago porque tiene un oído demasiado sensible y esta simple razón explica que sea un tan buen productor de discos y también que finalmente se haya ido de Santiago de Chile. Llevada a un plano más general, la intensidad con que Michel vive es la que respira detrás de cada una de sus canciones, en las que se libra una batalla entre la fragilidad que conlleva el sentir demasiado y el deber de responder con fuerza, no de quejarse sino de exigir más, más luz como el agonizante Goethe, más justicia, más coherencia, más decencia. La incomodidad con la realidad que se nota en las primeras canciones no es sólo un producto del desajuste por el que pasan todos los adolescentes; detrás del uso sintético de palabras sobrecargadas de sentido no sólo está la autoconciencia de quien se sabe talentoso, también está la urgencia por decir con claridad una constelación de razones en cuyo centro estaba y aún está la convicción de que como seres humanos merecemos más.
Conocí a Michel exactamente en la canción Lealtad. En aquel entonces ya había disuelto Necrodead (banda que tuvo fama y reconocimiento en la activa escena del metal nacional) y fundado Bachelor. Había abrazado la raíz folklórica como complemento de su alma mater metalera, una decisión que en esos días justificó con la necesidad de distanciarse de una escena a la que él quería pero que estaba siendo carcomida por el facilismo y la trivialización. Era un tipo de trato difícil, con explosiones de impaciencia y que exigía siempre responsabilidad y eficiencia, en respuesta a la flojera y la indisciplina de las que estaba escapando. No pasaba por un buen momento, todavía sentía el golpe de una dura decepción amorosa (“He sido siempre un torpe, casi nunca traidor”, Lealtad), había problemas en su casa y se estaba cambiando de carrera. De esa época son canciones bastante oscuras como Teatro Odeón y Letra Muerta, o derechamente cínicas como La Verdad; unas más que otras concilian sus preocupaciones por los problemas públicos con sus malestares privados, pero en todas persiste la síntesis, la convicción de que menos es más, de que pocas palabras pueden decir mucho si se les pone en el orden correcto. Lo que cambió fue el lenguaje, porque si sus canciones con Necrodead usaban palabras directamente asociadas con sentimientos como frustración y tristeza, las creaciones de Bachelor seguían un camino parecido pero con una presencia cada vez mayor de los elementos y de la naturaleza. El uso de figuras como ríos, sol, valles, montañas y desiertos, es síntoma de un cambio de mirada pero no de convicciones, de una nueva forma de defender los mismos valores que se infiltró en su manera de pensar y que ha estado detrás de decisiones importantes como irse a vivir a Chiloé.
La otra línea creativa que es recurrente en este poemario, cancionero o autobiografía en verso, es la de su relación con el sexo femenino. Más allá del lugar común sobre la atracción que las mujeres sienten por los músicos, lo que pasa con Michel es que ha despertado en muchas mujeres la necesidad de amarlo. Y esto está dicho en sentido amplio y no sólo romántico, pues en la vida de Michel hay muchas mujeres que sin mediar deberes de ningún tipo han decidido ayudarlo, acogerlo y alimentarlo. La intensidad con que vive Garrido Kohl es evidente y por ende atractiva para muchas personas, muchas de ellas son mujeres que también tienen esa intensidad o desearían tenerla y muchas de ellas han acompañado a Michel sabiendo que el tiempo que compartirán con él no había de durar mucho. Salvo una que otra excepción creada después de una ruptura (La Pica), las canciones dedicadas a los seres del verdadero sexo fuerte trasuntan gratitud y amistad, la gratitud de quien periódicamente se reconcilia con la vida gracias al compartir con mujeres, incluso con aquellas en que hubo distanciamientos traumáticos y aparentemente irreconciliables. Las mujeres son importantes en la vida de Michel Garrido Kohl y las más importantes de ellas están presentes en este libro, desde su madre en la dedicatoria hasta su hija Mila en la última canción. De la importancia que él ha tenido en la vida de todas ellas Michel no dice nada, porque no corresponde y porque no le gusta hablar de lo que no sabe.
A Michel no le importa ser famoso y tampoco le importa el no serlo. A mí tampoco me importa que tenga fama pero sí me gustaría que obtuviera reconocimiento, de sus pares y del público que entiende el rol social de la música y el arte como lo entiende él. Creo que es justo que Pedro Aznar, Café Tacuba y Álvaro Henríquez –por citar a algunos artistas que de una u otra manera tratan de hacer buena música latinoamericana en el siglo XXI– sepan quién es Michel Garrido Kohl y qué tipo de música hace, cómo integra lo que aprendió de la tradición clásico-romántica y del folklore chileno en el Pedagógico, con el Thrash Metal, el tango y la música contemporánea. En un país con un mercado musical más grande Michel podría vivir perfectamente de la música y generar la notoriedad necesaria para que sus pares sepan de él y lo respeten; pero estamos en Chile y Michel no se queja. Nunca se queja. Sigue trabajando y componiendo porque no puede dejar de hacerlo, porque parece que no puede vivir la vida sin revivirla por segunda vez cuando la compone en canción y sin revivirla por tercera vez cuando la canta con o sin público. A Michel no le interesa ser famoso, le interesa más ser un mejor artista y la progresión de canciones que a continuación van a leer dan cuenta de que lo está logrando. Porque Garrido Kohl no se debe a “su público” –es decir al mercado– sino a sí mismo, es que sus canciones han crecido con él mientras que él ha crecido con los demás. Ojalá entonces que la canción dedicada a su pequeña Mila no sólo sea el cierre de una etapa, sino la bisagra para una nueva historia allá en Castro, junto con la Caco y su hija, una historia que traerá más cambios y nuevas palabras y, seguramente, canciones aún mejores. Que así sea.
Finalmente me gustaría precisar algo. Al comienzo de este prólogo expresé que casi todo lo que pasa o ha pasado por la vida de Michel está en sus canciones, pues bien, eso es inexacto. Se darán cuenta de que el humor está prácticamente ausente de las canciones de Garrido Kohl y puede que no les llame la atención, pero para quienes lo conocemos personalmente es muy llamativo, pues sabemos que Michel es un sujeto sumamente divertido, hilarante y con una capacidad infinita de vivir y narrar disparates (como el que se alude oblicuamente en Curicó). Varias de las mejores carcajadas de mi vida se las debo a Michel y por eso mismo lo increpo, por negarse a usar esa faceta de su personalidad a la hora de expandir su arte. Una vez conversaba con Juan Aro, la otra mitad de Bachelor y gran compañero de Michel en muchas de sus andanzas, y él me exponía sin dobleces su desdén y su sospecha por la comicidad en el arte. Al igual que Michel, Juan también es muy divertido, pero a la hora de tomar un instrumento o de escribir en la partitura, prefiere amputarse esa parte de sí mismo, fruncir el ceño y tocar en serio. Están cortados por la misma tijera, una tijera válida pero a mi modo de ver, equivocada. No es que esa opción por excluir el humor perjudique lo que hacen, sino que les impide hacer más; no es que sean unos amargados, sino que la música que hacen no refleja completamente lo completos que son. Sólo estamos sugiriendo apertura y equilibrio, que se condigan con el virtuoso proceso que el músico Michel Garrido Kohl ha experimentado en los últimos años y que desde 1998 me ha tocado ver de cerca. De más está decir que doy gracias por ello.
Juan Pablo Vilches P.

2 comments:

Capri~Nina said...

Michel Garrido?


es mi idea o usted fue profe de musica en el San Carlos??

Jaivas de Colección said...

cual es tu mail Michel?

Saludos Carlos Guerra
Expresion Total!