La libertad de Bachelor está bajo palabra

¿Bajo la palabra de quien? Eso yo creo que ni siquiera el mentor de esta banda lo puede decir. Desde la perspectiva de una no músico, nada musical puede salir, pero sí suelen salir las palabras del alma cuando se escucha y se sabe escuchar.
La primera impresión, fue casi funesta, no porque fuera malo, pues la ventanita de la carátula nos podía llevar hacia el cielo o el infierno, era necesario abrir la mente y sentarse a escuchar lo que había viajado más de 2050 kms. para llegar hasta mis oídos, fue como un manual de historia de la música, pues este disco trae de TODO, realmente no se me ocurrió encasillarlo en algún estilo, tal vez URBANO.
Las puertas de la ciudad las abre la Viola de gamba que llora, y de ahí para adelante que Dios nos libre, las imágenes corren, corren y corren, luego hay una mujer que canta como los ángeles, realmente le da ambiente y magia esa muchachita. Cuando volaba por los aires escuché hablar de la “paz carnal”, ¡genial!, siempre pensé que la paz era de Dios y la carne de los demonios, o sea, nosotros, pero aquí podría encontrarlos a todos juntos, no se puede negar que desordena las neuronas, pero a veces hace falta eso, incluso ya hacían faltas algunas frases poco doctas pero insinuantes para el populacho que rara vez entiende algo o se hace el leso como Pedro Urdemales.
Los sentimientos van ordenados uno a uno en filita india, y cada tres o cuatro vueltas de la cinta ¡plaf! aparecen, pero van acompañados de frases como “Cuando el pasado duerma me recostaré a acompañarlo”, y obvio la pesadilla será a dúo y con escándalo.
¿Qué qué me pareció? La locura, un país inventado: sur de Chile, Buenos Aires, Centroamérica y de repente en medio oriente, como una prostituta que cambia de influencias musicales, de amores, de estilos y de ciudad.
Carolina Cortés Silva.